Esta mañana




Esta mañana, mientras la ciudad entera me recitaba un poema de Gregory Pardlo a través de los auriculares que se habían posado en mis orejas antes de salir de casa, y al comenzar el verso más importante del poema (es indispensable decir aquí que todos los versos del poema son los más importantes), rugieron a mi alrededor todos los engranajes de la máquina que arregla las calles (y corta las hojas, y quema las hierbas, y mueve las piedras, y extiende la alfombra de cemento, y esparce el humo por los callejones, y pone delicadamente la miseria en cada esquina, y le ajusta la corbata a los edificios altos todos los días, supongo). 


Me ha dado por pensar: cómo no voy a escribir poesía si a la poesía la están atacando por todos los frentes. 


Y también: el silencio es mejor que la poesía, pero la poesía es mejor que el ruido, y de lo que más tenemos es de esto último. 



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