El texto que es mío

 





Hay un texto en su libro que es mío, me ha dicho ella. 


Es un texto que de alguna manera habla de mí, imagino. Y que ha de ser una puta barbaridad de bonito; porque lo ha escrito de ella y habla de mí. Y porque todavía no lo he leído. 


Es un texto como un florecer de Magnolias. Seguro. Un texto como una taza de té sobre la mesa, mirándonos bailar de reojo. Un texto como una madrugada. Un texto completo y sin rotos. Un texto infinito. Un texto como una montaña de inmenso.  De papel, de cariátides y de vidrieras. Un texto que es un templo escrito. Un texto al que peregrinan los prólogos de todo escribir. Así de realista. Y así de fantástico. Un texto elástico y presente perfecto. Un texto de rincones de librería y tinta y contraportada y beso. Un texto que es una estrella fugaz el texto. Un amanecer y una explosión cósmica y una pajarita de papel. Un texto como unos dedos entrelazados. Un texto como un camino, como una avenida monumental. Mayúsculo e inmáculo. El texto que ha de buscar el alumnado de todo el país para preparar la prueba de acceso a la universidad. Un texto que es un mapa del tesoro. Un texto lleno de suspiros. Un texto precioso y maldito. Y no sé si lo ha leído alguien pero yo me lo imagino enmarcado en mitad de la Plaza Mayor. 


Un texto que, como entenderéis, no voy a poder leer nunca.



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