Amurallado



Los muros son tan altos que no alcanzan a verse los pies. Y han aparecido ahí, de la noche a la mañana; sustituyendo todo lo que me rodea. Unos muros tan altos que no alcanzan a verse los pies y desde dentro cualquiera diría que son las paredes de un pozo. 


Es ahora cuando respiro este aire viciado y profundo que no me llena los pulmones, no me llena los pulmones, no me llena los pulmones, no me llena el vacío inmenso. 


— ¿Hay alguien ahí? — pregunto. Y sólo me responde el eco (que es mucho peor que el silencio).


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